Hace varios años, durante una discusión con un amigo cercano, descubrimos que la filosofía del Arte está repleta de paradojas. De hecho, su número es tan grande que decidimos referirnos al Arte como la «Religión de las Paradojas». No obstante, con el paso del tiempo esta premisa sigue siendo cierta y, de hecho, puede ayudar a ilustrar la naturaleza fluida de la Wicca, y la estructura orgánica en la que prospera. Una vez comprendemos que la Wicca no puede explicarse a través de modelos intelectuales, podemos comenzar a vivirla realmente.
En este artículo me gustaría discutir dos paradojas principales; o en este caso, más bien ideas equivocadas. La primera es que la Wicca busca un sentimiento de «grupo» cuando, en realidad, es un sendero de desarrollo individual, y la segunda es el hecho de que está supuestamente relacionada con un camino místico (léase, esotérico) cuando muchos de los aspectos parece estar volviéndose exotéricos y públicos. La pregunta más elemental es: ¿podemos lidiar con algo que parece ser inherentemente paradójico y, sin embargo, darle la vuelta para que se convierta en un patrón coherente que pueda ser usado por (muchos) otros?
Comencemos con el primer aspecto de la individualidad frente al grupo.
Debería de resultar evidente que no sólo para nosotros como humanos, sino también para el reino de la plantas, animal y el mineral, el concepto de la individualidad debe de verse, de hecho, a la luz de que todo es único. Si aceptamos el hecho de que todo tiene una parte única, seguramente lleguemos a ver ver la idea de la individualidad desde una perspectiva más amplia. Durante las últimas décadas se nos ha dicho que, como humanos, somos básicamente lo mismo, tanto hombres como mujeres. De hecho, se nos ha intentado inculcar este concepto en un intento de limar las diferencias entre sexos. Sin embargo, al hacerlo, estamos ignorando completamente la belleza fundamental de la singularidad y el gran número de combinaciones posibles dentro de una especie.
Cuanto más conscientes nos volvemos de las diferencias, menos suelen a asustarnos. Por ejemplo ¿cuántas veces hemos tenido miedo de ser los raros porque nuestra ropa era diferente? ¿o de hablar con un acento diferente o, dios no lo quiera, tener un color de piel o una fe diferentes? A medida que el mundo se vuelve más pequeño como resultado de la frenético cambio tecnológico, nos vemos forzados a reevaluar nuestras propias visión y posición en el mundo. Un mundo que reconozcamos, un mundo en el que podamos encontrar nuestro lugar y sentirnos seguros. Nos encontramos dentro de una crisálida mullida por la cultura: no tenemos que pensar mucho, siempre y cuando hagamos lo que se espera de nosotros y vivamos nuestras vidas tal y como dicta el jefe de turno.
Sólo tenemos que mirar al bloque de países orientales para ver cuan insegura se ha vuelto la gente. Los antiguos métodos pueden no haber sido ideales, pero han funcionado hasta cierto punto. Cada uno conocía su lugar, apenas se oía hablar del desempleo y existía una sensación de seguridad. Y ahora, desde Occidente, en lugar de aceptar esta situación y respetar a los nuevos ciudadanos por sus logros, no hemos hecho más que hacerles sentir como ciudadanos de segunda clase. Por ejemplo, da la casualidad de que la los antiguos Alemanes Orientales sabían bastante más sobre la importancia del reciclaje que sus homólogos Occidentales. La cuestión es que, como siempre, el poder es la fuerza, y aquellos con recursos económicos imponen su sistema sin ningún tipo de contemplación por las diferencias culturales.
Cuando todos nosotros comencemos a darnos cuenta de las diferencias que poseemos, no solo en grandes grupos de personas sino también en grupos más pequeños, también podremos comenzar a darnos cuenta de que nuestro sentido de la individualidad no es sólo una cuestión de experimentar las cosas por nosotros mismos, sino una forma de volvernos conscientes de nuestro propio potencial. Mientras tengamos que amoldarnos a las masas, ¡nunca llegaremos a ser capaces de explorar nuestros propios talentos e ideas!
No obstante, puede que te preguntes ¿si todos acabamos haciendo lo nuestro, no estamos pidiendo guerra o creando una situación similar al caos total? Ciertamente, si la individualidad se equipara al egocentrismo, las cosas pueden volverse caóticas. Tenemos que darnos cuenta de que, si queremos que las cosas sean manejables, también tenemos la necesidad de colaborar unos con otros.
En el Arte reconocemos ambos aspectos. Por un lado abogamos por el autodesarrollo, mientras que, por otro lado, la experiencia de grupo también resulta importante. En su crítica de La Casa del Bosque por Marion Zimmer Bradley, Walter realizó algunos comentarios respecto a la individualidad:
«La gente dice que todas las Diosas son una Diosa y que todos los Dioses son un Dios, y que ambos expresan unidad, lo innombrable (me pregunto si no pasa lo mismo con las personas). Existe algo que se eleva por encima de la cultura, tal vez algo que está más allá de nosotros. No me refiero a la gente (las mascaras), sino a las personas como individuos. ¿Podemos decir que todos los individuos son un único individuo?»
Si, creo que podemos. Como individuos conformamos de forma colectiva la raza humana. Cada uno de nosotros contribuye a la especie y, al hacerlo, cumplimos con parte de nuestro sentido evolutivo. En otras palabras, el total de 6 billones de individuos en el planeta Tierra conforman un único concepto de Ser Humano.
Todos portamos el esquema o fractal HUMANO dentro de nosotros, ya vivamos en una villa, un bosque tropical, o un apartamento. Es justamente este aspecto de ser parte de la raza humana el que hacer que la vida sea como es para los humanos. Como especie, hemos adaptado nuestro entorno a nuestras necesidades en un gran número de situaciones; en otras, hemos aprendido a vivir junto con la naturaleza.
Existe una gran diferencia entre los diversos grupos culturales y, sin embargo, sin importar cuan diversos seamos, siempre hay similitudes. Nuestras necesidades básicas son muy, muy similares. Todos necesitamos alimento, refugio y cariño, y no importa quién seamos o dónde nos encontremos; si no obtenemos esos elementos básicos seremos completamente infelices.
Al percatarnos de esta simple realidad, nos ponemos a pensar en cómo es posible que hayamos fastidiado tanto las cosas. Algunas personas se aventurarán a decir que la gente se hiere tanto entre ella por culpa de nuestras necesidades individuales. Los humanos tenemos un sentido muy marcado del ego y conocemos demasiado bien las formas de poder sobre otras personas, incluso llegando al extremo de usar la fuerza física.
Y es aquí donde reside la paradoja. La individualidad nos permite explorar nuevos lugares y darnos cuenta de nuestro propio potencial; pero a costa del bienestar colectivo. Sin embargo, si nos contemplamos a nosotros mismo, siguiendo la sugerencia de Walter, como «individuo colectivo», entonces es posible que podamos integrar nuestras necesidades personales en las del grupo.
Está todo resumido en la Rede Wicca «Haz lo que quieras; mientras a nadie dañe». Si analizáramos bajo la luz de este principio todo lo que hacemos antes de acometerlo, sabríamos rápidamente si nuestra decisión se basa únicamente en un deseo egocéntrico, o si tiene en cuenta al grupo, la familia o los amigos.
En ocasiones tendremos que llegar a un acuerdo (incluso puede que algunas personas sientan que tienen que hacer sacrificios) para alcanzar este resultado equilibrado, pero a fin de cuentas, creo que todos sabemos en el fondo que renunciar a una porción de nuestros deseos personales es un pequeño precio a pagar por la verdadera democracia y la justicia social.
Si somos capaces de actuar como individuos con libertad de pensamiento, y de actuar siendo conscientes de ello, también somos capaces de tomar decisiones basadas en las formas superiores de lo que llamaría «inteligencia humana». Sin embargo, el problema general tiende a ser que el resto del mundo está más interesado en mantener a las personas encadenadas a sus propios ideales y sistemas de orden público.
En otras palabras, para ser verdaderamente libres como individuos, todos nosotros tenemos que estar más preparados de lo que lo estamos ahora. ¿Y cómo podemos estar más preparados? Tomando responsabilidad de nuestros propios actos. No hay nada malo en decir que sería estupendo si realmente pudiésemos tomar el control y organizarnos a nosotros mismos, sin embargo, la mayoría de la gente temblaría ante tal pensamiento. ¡No hay nada más fácil que dejar que tu gobierno central o tu jefe organice todo por ti!
Hay mucha gente que simplemente no está acostumbrada a gestionar su propia vida: necesitamos modelos desde lo cuales trabajar, modelos que puedan inspirar a las personas; no modelos impuestos por un partido político. Necesitamos modelos que puedan ayudarnos a decidir qué queremos y cómo podemos hacer para que esas ideas se conviertan en realidad.
Ya hemos observado como en el Arte los derechos individuales son los más importantes. También podemos proveer modelos, aunque incluso en el Arte también debemos de ser cuidadosos, porque para cuando quieres darte cuenta, ya te han tachado de dogmático o autoritario ¡o ambos! Tan sólo tenemos que echar un vistazos a las discusiones que se dan sobre los roles de los hombres y las mujeres en el Arte para darnos cuenta de que puede llegar a convertirse en un tema candente, especialmente cuando los hombres o las mujeres se sienten atacados de forma personal.
Creo que debemos de recordarnos a nosotros mismos (constantemente, si es necesario) que somos muchas cosas, pero que lo que realmente cuenta es que somos humanos y tenemos un papel que jugar en la Evolución de Planeta Tierra. Somos parte de la Madre Tierra y nuestros destino es el destino de la Tierra. Todos nosotros tenemos un papel en esta Tierra y debemos de ser totalmente conscientes de nuestra influencia, por pequeña que sea.
En el pasado nos han presentado varios modelos que nos han moldeado, a veces de forma positiva, y otras veces de forma negativa. Durante los últimos dos milenios hemos visto la influencia del patriarcado y el intelectualismo. Ahora muchos sentimos que es el apropiado para una mayor aceptación de las diferencias culturales y sexuales que tenemos, y el rol que puede llegar jugar la intuición.
En el Arte, existe una tendencia general a enfatizar el aspecto femenino o de la Diosa como reacción a la predisposición masculina. Sin embargo, creo que se trata de una tendencia temporal. Personalmente, creo que deberíamos estar moviéndonos hacia un modelo en el que las influencias masculinas y femeninas sean igualmente importante. A esto debo añadir, que considero que tanto hombres como mujeres pueden experimentar la polaridad masculino/femenina. El modelo de «polaridad» en si mismo, no es más que una mera forma de ilustrar el potencial de una fuerza dinámica en particular.
En discusiones recientes he comentado que es posible ver las fuerzas masculina y femenina trabajando juntas y siendo usadas de forma muy eficaz, por ejemplo, en el sistema judicial. Se redactan un conjunto de leyes usando una serie de «debes» y «no debes» de forma similar el sistema patriarcal judaico. Y, a pesar de ello, sabemos que es la jurisprudencia la que determina cómo se interpreta la ley. De repente, la letra en blanco y negro de la ley se torna en el dominio del «gris» y borroso campo de la lógica: «dadas las circunstancias…», etc. Es un ejemplo estupendo de cómo dos formas diferentes de contemplar un problema pueden ir de la mano y encontrar la solución más justa. Y si pensamos en ello, existen otros ejemplos de cómo estas dos fuerzas trabajan en conjunto. ¿Puede que sea un tema adecuado para otra número de los manuscritos?
Respondiendo a lo de más arriba, Bran sugirió que el uso de las palabras masculino y femenino puede resultar engañoso y demasiado volátil a nivel emocional. Concuerdo con ello, y tal vez no deberíamos liarnos con estos términos. Él sugirió que palabras como sabiduría y autodesarrollo pueden estar menos cargadas emocionalmente y ayudar a percatarnos de la dirección en la que tenemos que mirar para el crecimiento personal. Sin embargo, también sugirió que puede que existan determinadas cosas que lleguen de forma «natural» a mujeres y hombres, no sólo como individuos.
«Si queremos pensar en términos de “masculino/femenino”, podríamos decir que una mujer, dentro de un coven, se concentra más en lo relativo al proces de los miembros individuales y el grupo en su totalidad (el espíritu del grupo, el clima del grupo) y que el hombre tiende a concentrarse más en lo relativo al producto. La Suma Sacerdotisa se concentraría más en el bienestar de los miembros del grupo y la estabilidad del coven, la seguridad dentro grupo al mismo tiempo que mantiene un ojo puesto en el proceso de desarrollo personal de cada miembro. El Sumo Sacerdote está más relacionado con los problemas de organización, con que no se olvide nada y con que el programa funcione y se implemente».
Aquí vemos la integración de puntos fuertes «naturales» de cada individuo. Por descontado, algunas mujeres son estupendas organizadores y algunos hombres son estupendos teniendo un ojo puesto en el desarrollo de los individuos, pero muchas mujeres mantienen el grupo unido como madres sin siquiera darse cuenta, y muchos hombres organizan cosas sin siquiera percatarse de que «han hecho el trabajo».
Por supuesto, es importante que aprendamos unos de otros y nos respetemos entre nosotros. Sólo entonces podemos convertirnos en personas completas. El problema es que si tenemos suerte de tener alguien en nuestro círculo que sea muy hábil, tendemos a dar por hecho sus talentos y ni siquiera nos paramos a pensar en lo talentosos que son. Esto forma parte de las responsabilidad individual: tomar nota de cómo alguien hace algo (el modelo), ver si podemos usarlo, mejorarlo o, tras cuidadosa consideración, incluso descartarlo. En un coven, un Sumo Sacerdote y una Suma Sacerdotisa tratarán de presenta un modelo de trabajo y, aunque puede que tenga algunos fallos, lo mejor es no saltar de forma inmediata a criticarlo. No obstante, debería de darse cabida a los comentarios, y la gente no debería de tener miedo de preguntar; sin importar en qué etapa se encuentren.
Y es aquí donde surge la segunda paradoja. Por un lado, el Sumo Sacerdote y la Suma Sacerdotisa quieren presentar un modelo, mientras que por otro, quieren mantener el misterio del Arte. Pero ¿cuál es el misterio? Paul Breeveldt en su comentario final a un artículo en relación a la Cienciología en la revista «Onkruid», escribió: «Creo que la época de lo oculto, lo esotérico, ya ha pasado. Que el punto fuerte de este siglo (el XXI) ha sido la revelación a todo el mundo».
Mi primera reacción fue pensar que era el «típico hombre, ¡siempre tienen la necesidad de explicar todo!». Por supuesto, entiendo lo que quiere decir: que la época de «lo oculto» debe ser algo del pasado; que el secretismo como potente herramienta en temas espirituales ya no debería de ser necesario. Sin embargo, no debemos de confundirlo con la sabiduría esotérica, el misterio, el cual debemos de reverenciar como el Misterio de la Vida, nuestro propio misterio personal.
Lo cierto es que, como individuos, podemos decidir por nosotros mismo cómo experimentar nuestro ser espiritual. En cierto modo, estamos confrontando lo oculto dentro de nosotros mismos: la parte neblinosa, borrosa, en la que el tiempo y el espacio son completamente diferentes de nuestra experiencia en la consciencia normal. Por supuesto, deberíamos de ser abiertos sobre la forma en la que hacemos las cosas; pero también debemos de darnos cuenta de que no importa cuan elocuentes seamos, nunca podremos describir completamente nuestros sentimientos hacia el lado misterioso y místico de la vida.
Existe una creciente tendencia dentro del Arte que da fe de esta visión. No hay forma alguna en la que el milagro de la vida pueda impartirse «en masa». Podemos apuntar a los diversos momentos y ofrecer pistas, pero la propia «revelación» es tan personal que no sería apropiado compartirla con otros cientos de personas. Como mucho podemos compartirla con unas pocas personas y celebrarla como tal, e incluso entonces, dudo que los momentos más reveladores tengan lugar dentro del contexto del grupo. Aunque no niego que exista la posibilidad.
Los destellos de inspiración vienen cuando menos lo esperamos y lo máximo a lo que podemos aspirar es a poder inspirar a otros como resultado de nuestra propia experiencia. Y es por esto por lo que la experiencia de grupo merece la pena. Podemos compartir nuestras percepciones con otros. Y podemos ayudar a otros a obtener el mismo tipo de experiencia a través de ciertas técnicas.
Lo veamos como lo veamos, sigue siendo un sendero de exploración personal e individual. Una vez nos percatamos de que todas las experiencias individuales van hacia la memoria evolutiva colectiva, nos damos cuenta de que no es necesario organizar grandes «acontecimientos», y de que los días de reuniones masivas ya han pasado. Hoy en día somos individuos conectados a través de Internet ¿o no?
Original: The Mara Papers #6 ‘The Collective Individual’
Publicado en 1995
Versión revisada 2015, Wiccan Rede
Imágenes: deerfantastic por thomas stein, Geen Man por steve p2008, Individual por Tabu_Soro bajo CC.
2 comentarios
excelente saludos desde Venezuela me encanto este articulo.
¡Me alegro mucho de que te haya gustado!
Muchas gracias por el comentario 😀
Alder