En un mundo de producción masiva como el de hoy en día es bastante difícil ser creativo, en el sentido de hacernos nuestras propias prendas, construir nuestras casas, etc. En la época griega, «arte» era sinónimo de «técnica». Incluso los utensilios domésticos eran «obras de arte», no sólo por la sensación de crear algo de la nada, sino porque sentían que la creatividad era cercana a la divinidad. En muchos aspectos hemos perdido este sentimiento. Hoy en día comer es básicamente una forma de matar el hambre y no un modo de participar de los Frutos de los Dioses. La forma en el que presentamos nuestra comida poco tiene que ver con nuestro sentido de agradecimiento por ser capaces de disfrutar y compartir el poder creativo de los Dioses. Por supuesto, esta actitud consumista no es sólo evidente en lo que respecta a nuestros hábitos alimenticios. Desafortunadamente, parece tratarse de una actitud general. Sin embargo, podemos descubrir otras formas en las que nuestro sentido de la creatividad es más semejante a la percepción de lo divino, ya que este aspecto es uno de los pilares de todas las religiones. Para los cristianos, Dios es el Creador, mientras que en el hinduismo encontramos la deidad triple de Brahma (creación), Vishnu (preservación) y Shiva (destrucción), lo cual parece subrayar la cercanía de la creación (y destrucción) y lo divino. En el Arte encontramos nuestra inspiración en el Dios y la Diosa. En ocasiones comparamos a la Diosa con la eterna dadora fuente de vida (creación), mientras que el Dios personifica estos dos aspectos de vida y muerte simultáneamente. El Dios tienda a limitar el «continuo» de la Diosa. En cierto sentido, el crecimiento desenfrenado de la Diosa es controlado por el Dios. La energía del Dios tiende a elegir su destinación final. Por ejemplo, en otoño la Diosa provee inconmensurable riqueza en forma de semillas y frutos. Algunas frutas servirán de alimento, otras pasarán a convertirse en nuevas plantas. Otras se marchitarán y pudrirán, y serán absorbidas de nuevo al interior de la tierra. La energía del Dios que lidia con, en terminología hindú, la fuerzas preservadoras y destructivas, tiende a determinar cómo serán usados los frutos de la Diosa. No creo que hoy en día sea posible ser creativo sin considerar estos efectos de «preservación y destrucción». Ser creativo hoy en día implica, inevitablemente, ser conservador; usar aquello que ya tenemos en nuestro camino. Es posible que nos hayamos cansado de escuchar palabras como «reciclar» y, sin embargo, vamos a tener que aceptar gradualmente la absoluta necesidad de tales métodos. Sin duda, el mayor problema al que nos enfrentamos es el hecho de que aún sentimos que estamos «separados» del resto de la naturaleza. No nos adaptamos a la naturaleza; adaptamos la naturaleza a nuestras necesidades. ¿Hace frío? Vale, simplemente enciende la calefacción. ¿Hambre o sed? Me acerco al supermercado. Ningún problema. Por supuesto, nuestra separación de nuestros compañeros animales nos ha permitido lograr muchas cosas pero, ¿a dónde nos ha llevado esto en lo que respecta a calidad de vida? ¿Estamos realmente mejor que nuestros ancestros? Puede que sepamos más intelectualmente pero, ¿realmente sabemos más? La creatividad para mí significa ver algo más allá del resultado o manifestación física. Es enlazar muchas fuerza diferentes para crear un nuevo fenómeno. Hace muchos años sugerimos que el Arte debería de involucrarse con la Eco-espiritualidad, es decir, no sólo con nuestra propia espiritualidad individual, sino también con la espiritualidad de la tierra como un ente vivo. Todo lo que hacemos tiene una consecuencia determinada para la tierra, incluso a un nivel de pensamiento. Por supuesto, esto es una ley ocultista, y cualquier persona que trabaje con magia regularmente conoce la eficacia de esta ley. Incluso recordarnos a nosotros mismo cada día que somos parte de la tierra, y de todas las criaturas vivientes, puede ayudarnos a encontrar la humildad para aceptar que no somos las importantísimas criaturas que creíamos ser. Creatividad es reconocer lo que llamamos Fuerza Vital y sintonizarnos con ella; saber cuándo van a suceder determinadas cosas y determinar el curso natural de las cosas. En concreto, estamos siguiendo la energía de la Diosa y expresándola de nuestro modo particular. Esta auto-expresión (o expresión de uno mismo), es el artista trabajando en el torno de alfarero, o pintando un paisaje. Inevitablemente, el artista busca crear una percepción, puede que observando «cosas normales» pero con una visión completamente nueva. Para mí esto es explorar nuestra creatividad, una experiencia de primera mano de lo divino. Por supuesto, otras personas pueden haber llegado a la misma visión. Tras varios milenios sería bastante difícil seguir encontrándonos con «ideas originales». Sin embargo, el hecho de que intentemos descubrir nuevas percepciones y tengamos éxito, es un paso en la dirección correcta. El hecho de que un artista o un poeta expresase la mismas percepción hace dos o tres siglos no debería ser motivo para desanimarnos. De hecho, deberíamos verlo como una confirmación de nuestros propios pensamientos y habilidades creativas. Por supuesto, podemos mirar las cosas de antemano en un libro, pero qué gratificante es saber que otra personas han llegado a las mismas ideas que nosotros. ¡Y cuán mayor es el sentimiento cuando realmente damos con algo nuevo! Si observamos las denominadas «obras de arte», y realmente funcionan con nosotros ¿qué experimentamos? Nos percatamos de la habilidad del artista para capturar un momento de infinita belleza, o intensa emociones; el intento del artista de preservar ese momento definitivo con el que nosotros, los espectadores, podemos identificarnos. En su creación reside el elemento de preservación. Un poeta también captura un momento cuando las emociones vibran por todo nuestro cuerpo. El artista está despertando nuestra alma a la mismas experiencia con la que él se ha encontrado. A veces puede ser muy alegre, otras podemos reacción violentamente, pero en todos los casos se nos hace TOMAR CONSCIENCIA. Por tanto, la creatividad no es sólo el proceso de hacer cosas, es más bien un proceso de toma de consciencia, de comprensión, un modo de ser consciente de las fuerzas divinas. En la consciencia humana también puede entrar dentro del campo de la ética, lo que implica inevitablemente que han de tenerse en cuenta otros factores. Por ejemplo, el crecimiento desenfrenado puede ser desastroso. De hecho, para crear una situación propicia es posible que tengamos que destruir previamente, o al menos apartar varios obstáculos. En términos mágicos hablamos precisamente de limpiar y dispersar fuerzas negativas. Paulatinamente cada vez nos damos más cuenta de que la creatividad no es un único proceso, sino una parte integrada en un ciclo mayor. Como otros muchos procesos naturales, no es un único proceso independiente, sino dependiente de otros factores; si observamos la naturaleza, concretamente el ciclo estacional, reconoceremos rápidamente la fuerzas que trabajan. La vida no comienza con la semilla, la semilla es el primer paso en un nuevo ciclo de crecimiento. La semilla es el producto de un ciclo de crecimiento anterior, y contiene la esencia del último ciclo. A estas alturas podemos intuir que la creación es parte de un proceso cíclico. Una idea/semilla germina, crece, rinde frutos y después perece. Sin embargo, en ese proceso se forman nuevas semillas para formar un nuevo ciclo. Creación – preservación – destrucción. Si contemplamos esta ley natural en todo lo que hacemos, sin duda alguna comenzaremos a reconocer el trabajo del Poder Creativo. Desafortunadamente, no siempre parecer ser la forma «adecuada» de hacer las cosas. Nuestros cohabitantes humanos parecen creer que necesitamos demostrar nuestra creatividad en términos nada inciertos, incluso si es a expensas de la naturaleza. Pero como hemos vistos, crear algo no tiene porque ser siempre positivo y, a la inversa, la destrucción no siempre tiene por qué ser negativa. Tomar consciencia de lo que es realmente necesario es el comienzo del proceso creativo. A menudo se nos presiona para que pensemos que necesitamos obtener para tener éxito. Y, sin embargo, la persona que tiene la introspección para tomar parte realmente en «tejer el tapiz de la vida» y combinar las fuerzas del Dios y la Diosa para crear unidad, seguramente se una persona mucho más exitosa.
Wiccan Rede
Verano 1993